Y EL ESCÁNDALO CONTINÚA
La imputación del exalcalde de Torrejón, Gonzalo Cubas, no ha detenido el rastro del escándalo, sobre todo porque la Guardia Civil y el juez Velasco investigan ahora la implicación de su sucesor en el cargo, Esteban Bravo. Y no por fechorías actuales, sino por las que pudo haber cometido cuando era concejal y concedió un trato de favor a la empresa de servicios Cofely.
Tal como informaba la cadena SER, la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil dispone de documentación suficiente para demostrar que el súper contrato de Cofely en infraestructura eléctrica, cercano a los 5 millones de euros, pudo haberse adjudicado de manera fraudulenta.
La empresa francesa, según las investigaciones, estableció las condiciones, y no al revés, insistiendo en un modelo repetido en muchos otros municipios del PP. La guardia civil investiga a Bravo por delitos de fraude, infidelidad en la custodia de documentos, prevaricación y malversación de caudales públicos.
El Ayuntamiento los contrataba a través de Waiter Music, una empresa del entramado púnico que abastecía el hedonismo de los municipios del PP, bien inflando los presupuestos, bien predisponiendo el trajín de las comisiones o bien amortiguando en las arcas públicas los acontecimientos lúdicos que los populares organizaban para sí mismos.
Ha ocurrido en Aranjuez, en Alcorcón, en San Sebastián de los Reyes, pero Torrejón de Velasco representa el aleph de la Púnica porque Gonzalo Cubas es cuñado de David Marjaliza, cerebro inductor de la trama, y porque el pueblo en cuestión fue pionero en contratar los servicios de Cofely, sobrenombre de una empresa ya mitológica en el imaginario popular que lograba adjudicarse siempre los grandes contratos de infraestructura y alumbrado. Y no por cualificación, sino porque los pliegos se redactaban a su medida. Y a la medida de las correspondientes gratificaciones políticas.